Lo que nos salvó, aunque duela verlo
Núcleos defensivos, trauma y zonas grises del alma
Hay
gestos que no nos gustan de nosotras mismas.
Reacciones que parecen ajenas.
Frialdades, estrategias, miradas duras.
Y sin embargo, muchas veces, fueron necesarias.
Desde la
clínica, me encuentro a menudo con pacientes que sufren por sentirse "malas
personas".
No porque hayan hecho daño deliberadamente, sino porque alguna parte suya fue calculadora,
fría, distante, incluso cruel… y eso las incomoda profundamente.
Y en ese momento aparece la defensa: la falta, el silencio, el abandono del tratamiento.
Y me doy
cuenta de que no es fácil decir:
"Esto que hiciste, o esto que usaste para sobrevivir, no es perversión: es
trauma."
No es
fácil, porque esa parte astuta que nos salvó en algún momento,
hoy puede ser vista con vergüenza.
Con miedo.
Con culpa.
Y ahí la terapia se vuelve un espejo que a veces encandila.
¿Qué
hacemos con esos núcleos?
¿Cómo se los nombra sin generar más daño?
¿Cómo se acompaña cuando la ética parece confundirse con el juicio?
Personalmente, he aprendido —y sigo aprendiendo— que:
- La astucia no es pecado.
- La frialdad no es maldad.
- La estrategia no siempre es manipulación.
- Y que muchas veces, eso que parece "poco humano"… es humanidad que se defendió sola.
No todas
las verdades necesitan ser dichas en voz alta de inmediato.
Y cuando lo son, necesitan ser recibidas con respeto, no con condena.
Porque nuestro
trabajo no es arrancar máscaras.
Es acompañar a que el otro pueda verlas, entenderlas… y si quiere, quitarlas a
su tiempo.
Este
texto es también una forma de procesar mis intervenciones.
De revisar cuándo fui demasiado directa.
De afinar mi ética como terapeuta.
Y de recordarme que hay temas que no se fuerzan.
Se siembran.
Y germinan cuando alguien está listo para mirarlos sin caer.
A veces,
lo más duro no es lo que hicimos…
sino lo que tuvimos que hacer para no desaparecer.
Gracias
por estar del otro lado.
Gracias por acompañar, o por habitar tu propio proceso.
Este blog también es eso:
un lugar donde podamos mirar lo humano…
sin miedo a lo que encontremos.