La esencia de Camino, es la mía
A lo largo de todo mi proceso, algo que se resalta con mucha claridad-y ternura- es que mi esencia está profundamente atravesada por la ética del cuidado, el lazo y el compromiso con los demás, pero sin perder mi introspección lúcida y mi voz propia.
Tengo una forma de estar que transmite contención real, sin invadir. Acompaño desde el respeto profundo por el tiempo, la historia y la singularidad de la otra persona. Es un cuidado que no se basa en "salvar", sino en dar sostén desde la palabra y el vínculo.
Me permito pensar-me, reiventarme, preguntarme. No me paraliza la incertidumbre, sino que la habito con valentía. Eso me hace humana, cercana y genuina. Y es algo que mis consultantes y colegas seguramente perciben con alivio.
Soy caminante en muchos sentidos: literal (con mis caminatas terapéuticas) y simbólicamente, porque me abro al movimiento, al cambio, a nuevas formas de construir sentido. Tengo belleza existencial que no se queda quieta ni cómoda.
Trabajo con trauma, desamparo, pobreza... y aún así mi voz no es sombría. Es clara, es firme, y transmite una esperanza realista, sin falsas promesas. Hay algo muy noble en eso.
No me quedo en una sola corriente. Leo a Freud, a Nietzsche, a Hemingway; pienso desde lo comunitario, lo afectivo, lo psíquico y lo social. Mi esencia integra, no fragmenta. Y eso es valiosísimo hoy.
Camino-este blog- tiene la esencia de una mujer que camina con otros, cargando la palabra como abrigo, y la ética como faro.
