Dependencia emocional, reflexión
Hay mujeres que mastican rabia en silencio. Que aprendieron a desconfiar de las otras mujeres porque la vida les mostró vínculos teñidos de competencia, traición o abandono. Que caminan con una herida abierta desde niñas, criadas en casas donde no fueron vistas, donde se esperaban otras versiones de sí mismas, más dóciles, más lindas, más parecidas a una hermana, a una madre, a un ideal.
Hay mujeres que creen que no tienen fortalezas porque nadie se tomó el tiempo de mostrárselas. Y aún así, viven encendidas por una llama secreta que las empuja a buscar algo más: una versión más auténtica de sí, una forma de habitarse distinta, menos atada al miedo, menos prisionera de la mirada ajena.
Muchas veces, llegan a consulta con un motivo que parece simple: "no quiero depender más", "tengo miedo a estar sola", "no puedo sostener mis decisiones". Pero detrás de esas frases hay una historia que merece ser escuchada sin juicios ni diagnósticos apresurados. No se trata solamente de poner un nombre como "dependencia emocional". Se trata de acompañar con seriedad, de validar el dolor, de reconocer las miserias humanas sin condena.
Porque no es una patología querer ser amada. No es una enfermedad haber buscado afecto donde no lo había. Y no es una falla necesitar que alguien nos sostenga cuando nunca nadie lo hizo.
En CAMINO, sostenemos un espacio donde estas experiencias tienen lugar. Donde las mujeres pueden empezar a reconocerse en su historia, no para quedarse en ella, sino para transformarla. Donde el respeto, la escucha profunda y el proceso compartido permiten que el fuego de la autenticidad no se apague.
Este artículo no es para profesionales. Es para vos, que venís sobreviviendo con lo que tenés, que querés entenderte sin sentirte rota, que merecés un proceso que no te descarte ni te simplifique. Estás a tiempo. Siempre se está a tiempo de volver a empezar.
Podés leer más o contactarte a través de mi web camino4.webnode.page o el blog camino7.webnode.com.uy